El aprendizaje basado en proyectos (ABP) se erige como método alternativo al aprendizaje tradicional, buscando el empoderamiento del alumnado para que desarrolle su conocimiento y habilidades a través de proyectos que busquen soluciones a problemas reales. Una metodología que, aunque parezca nueva, entierra sus raíces en el siglo XIX bebiendo de propuestas como las de Giner de los Ríos y de Bartolomé Cossío en la Institución Libre de Enseñanza o los fundamentos planteados por psicólogos como Jean Piaget o William Heard Kilpatrick .
La recuperación de esta metodología toma más sentido en una época en que toda la información y conocimiento humano se encuentra en la palma de la mano a través del móvil, de manera que el aprendizaje basado en la memorización y repetición de conceptos no parece, a ojos de parte de la comunidad educativa, el mejor sistema para educar a los niños y las niñas. La apuesta se centra ahora en otorgar al alumno/a un papel protagonista para que construya y genere su propio conocimiento y habilidades a través de proyectos interesantes en torno a retos y problemas que pueden enfrentar en el mundo real. En esta investigación, los alumnos plantean preguntas e investigan diferentes fuentes con el objetivo de buscar una solución a un desafío concreto que luego comparten con el resto de compañeros/as.
Pros y contras de la ABP
Esta metodología alienta el aprendizaje colaborativo; favorece la motivación académica al plantear retos conectados con la realidad del alumno/a; ayuda al desarrollo de habilidades de comunicación, planificación y gestión del tiempo; mejora la capacidad para resolver problemas complejos; potencia el pensamiento crítico y mejora el uso de las TIC. En definitiva, promueve el interés por el propio aprendizaje. Asimismo, el equipo docente aprende con el alumno/a dando ejemplo de que el aprendizaje es constante y continuado a lo largo de toda la vida.
Por el contrario, requiere una alta motivación y organización por parte de profesorado, ya que la preparación de cada proyecto pide un esfuerzo y dedicación extra, a veces fuera del horario lectivo. Además, la evaluación de cada alumno/a es más compleja, ya que se valora el proceso de aprendizaje y no sólo el resultado obtenido. Asimismo, exige interés por el autoaprendizaje y para formarse en modelos innovadores y nuevos métodos educativos. En definitiva, requiere una voluntad -tanto por parte del alumnado como del profesorado- de aprender a aprender.
Metodología de éxito
Si se sigue un proceso adecuado, la ABP genera resultados positivos, pero si no se siguen las actividades y tareas rigurosamente o no entiende la metodología, el aprendizaje de los estudiantes se verá afectado. Y es que no es lo mismo "hacer proyectos" que "trabajar por proyectos". Como defienden John arma y John R. Mergendoller , del Buck Institute for Education (2010), un proyecto ABP "no es un postre en el que aplicar los contenidos vistos en lecciones anteriores, si no un plato principal rico en contenidos y competencias clave para el s.XXI ".
Para alcanzar los mejores resultados, desde el Buck Institute for Education sugieren unos estándares específicos en el momento de plantear en el aula una propuesta de ABP:
- Un reto desafiante: el reto planteado debe provocar un interés real en el alumno/a para que tenga la necesidad de investigar y profundizar sobre el tema. No sólo están ganando conocimiento para recordarlo, sino porque tienen una necesidad real de saber algo.
- Búsqueda sostenida: En el ABP, la investigación es iterativa. El alumnado plantea preguntas y busca recursos para resolverlas y, a continuación, plantea nuevas cuestiones más profundas y busca nuevas respuestas. Un proceso que se repite hasta conseguir una respuesta satisfactoria.
- Autenticidad: Cuanto más vinculada con el mundo real esté el reto planteado y cuanto mayor impacto tenga en el entorno del niño, más profundo será el aprendizaje.
- Voz y voto para el alumno/a: La capacidad de elección y control sobre el proyecto por parte del alumno/a será clave para generar un sentido de pertenencia y más implicación en el proceso de aprendizaje.
- Reflexión: "No aprendemos de la experiencia, aprendemos de la reflexión sobre la experiencia", planteó John Dewey. A lo largo de un proyecto, los estudiantes, junto con el profesor/a, deben reflexionar sobre lo que están aprendiendo, como lo están aprendiendo y por qué lo están aprendiendo, ya que ayudará a decidir la mejor manera de enfrentarse a el próximo reto.
- Análisis crítico: Los estudiantes deben aprender a dar y recibir críticas constructivas por parte de compañeros, profesores/as y otros adultos para mejorar los procesos y los resultados.
- Presentación pública: Para el alumnado es más motivador exponer su trabajo para una audiencia real que sólo para el profesor/a. Los resultados del proyecto, ya sea un material físico o una solución concreta, debe exhibirse ante el resto de compañeros, jefes de estudio, familia o la sociedad en general a través de Internet.
En resumen, el aprendizaje basado en proyectos sitúa al alumno/a en el centro del proceso educativo, buscando la manera de implicarse activamente en la autoconstrucción de conocimientos y habilidades, con todos los desafíos que supone. Un reto ambicioso para el profesorado y para el alumno/a, pero que determinará la enseñanza de las futuras generaciones.